A día de hoy, cualquiera podría darse cuenta de que, por mucho que trate de asustar la SGAE, la música en directo goza de buena salud vista la enorme oferta que viene dándose cada verano. Si uno mira el calendario a mediados de junio, ya se van confirmando los carteles de las decenas de festivales que se celebran hasta bien entrado el mes de septiembre. Lo malo de estos festivales, por lo menos en mi caso, es que de la enorme cantidad de grupos que tocan, nunca me interesan más de dos o tres, y dado que en un par de días tienen que tocar todos, el tiempo por actuación difícilmente supera la hora. Hay quien en una hora da para mucho, pero ahí me tienen a Bruce Springsteen que a sus 59 años se pela tres horas de concierto y le saca los colores a todos aquellos que piensan que con presentar nuevo disco apañado se queda el público.
En 2003 tuve la enorme suerte de verle en La Peineta, y la impresión que le queda a uno según recogen los bártulos y se tira para casa es que difícilmente podría superarse. Pero anoche lo hizo. Dudo mucho que, de entre las 60.000 personas que asistimos anoche al Bernabéu, alguien pudiese sacarle un pero a una actuación enorme.
En 2003 tuve la enorme suerte de verle en La Peineta, y la impresión que le queda a uno según recogen los bártulos y se tira para casa es que difícilmente podría superarse. Pero anoche lo hizo. Dudo mucho que, de entre las 60.000 personas que asistimos anoche al Bernabéu, alguien pudiese sacarle un pero a una actuación enorme.

En el concierto de 2003, se pudo ver al Springsteen más comprometido, más folk, con más referencias a la América profunda del "The ghost of Tom Joad", más crítico con su país, presentando "The rising", un álbum en el que el optimismo y la acuciante necesidad de tirar hacia adelante tras el 11-S, no borraban del todo las sombras y el sufrimiento del ciudadano de a pie.
Magic, el disco que supuestamene vino a presentar en Madrid anoche, conserva la crítica hacia la administración Bush y su política en Irak. Sin embargo, el concierto nos devolvió al Springsteen más rockero, pues por mucho que la gira se llamase "Magic tour", apenas pasó por encima del disco con cuatro temas que se integraron perfectamente en (repito) las tres horas de música que ofreció en el foro y en las que brindó canciones que ya son clásicos en la historia del rock.
Si bien "Born in te USA" con toda seguridad no volverá a sonar en directo -curiosamente "rompió" con su canción más laureada antes del tour de 2003-, no faltaron "Born to run", "The river", "Dancing in the dark" o "Brilliant disguise", siendo a mi juicio esta última de las mejores del repertorio. Se arrancó en castellano, para saludar y para criticar el recorte de las libertades en su pais, tocó, bailó, se arrastró, se mezcló con el público, se atrevió con una versión de "Twist and shout" de los Beatles que derivaba en "La bamba", jaleó al respetable y despejó todas las dudas acerca del rumor sobre que esta del 2008 es su última gira.
Magic, el disco que supuestamene vino a presentar en Madrid anoche, conserva la crítica hacia la administración Bush y su política en Irak. Sin embargo, el concierto nos devolvió al Springsteen más rockero, pues por mucho que la gira se llamase "Magic tour", apenas pasó por encima del disco con cuatro temas que se integraron perfectamente en (repito) las tres horas de música que ofreció en el foro y en las que brindó canciones que ya son clásicos en la historia del rock.
Si bien "Born in te USA" con toda seguridad no volverá a sonar en directo -curiosamente "rompió" con su canción más laureada antes del tour de 2003-, no faltaron "Born to run", "The river", "Dancing in the dark" o "Brilliant disguise", siendo a mi juicio esta última de las mejores del repertorio. Se arrancó en castellano, para saludar y para criticar el recorte de las libertades en su pais, tocó, bailó, se arrastró, se mezcló con el público, se atrevió con una versión de "Twist and shout" de los Beatles que derivaba en "La bamba", jaleó al respetable y despejó todas las dudas acerca del rumor sobre que esta del 2008 es su última gira.

No necesita nuevos discos para hacer conciertos inolvidables, pero lo sigue haciendo; acumula 35 años a sus espaldas dándolo todo en directo; a sus 59 años demuestra más vitalidad en el escenario que gente de 20; aúna compromiso, espectáculo y éxito; no deja que nadie se apropie de sus denuncias, que trafique con sus canciones (el uso de "Born in the USA" en una campaña electoral de Ronald Reagan -que no debió prestar mucha atención a la letra del tema- es una de las razones por la que ya no la canta); tiene detrás una banda (no la olvidemos), la E Street Band (pude leer "Stret Band" -sin la E que señala la calle en sí- en alguna camiseta pirata de la gira), inmensa con la que gracias a años y años en la carretera se compenetra de una forma increíble; es capaz, como ayer, de hacer que 60.000 personas viviesen un concierto impresionante.
Hay músicos enormes, a quienes la etiqueta de artista les viene como un guante. Pero por muchos más que nos pueda dar la música, él es y seguirá siendo el Jefe.
Y tenga o no la suerte de volverle a ver en directo, puedo decir aquello de que yo estuve allí.