Mi naturaleza es proclive a la pereza. Pareado. Incluso podría ser un haiku si omitise pronombre y verbo y pusiese debajo "moscas blandas pan no buscan" (lo siento, pero no puedo con los haikus, lo más parecido en lo que me quedé fueron los sudokus a Dios gracias). En su día me propuse actualizar esto del blog con regularidad. A-c-t-u-a-l-i-z-a-r. Podría poner excusas, claro. Abducción extraterrestre (bueno, esta no valdría, si seres de otros mundos son capaces de desarrollar tecnología para atravesar el espacio, tendrían banda ancha y ADSL y superordenadores, aunque dudo mucho de que el sistema operativo de estos fuese el Windows Vista). Pero el caso es que en los dos meses y pico que han pasado desde la última entrada han pasado algunas cosas dignas de repasar para limpiar mi conciencia virtual y librarme, por una vez, de la insistente y tenaz sombra de la vagancia a la hora de ser igualmente insistente y tenaz en algo que, por otra parte, no supone obligación alguna. Resumiendo...
Cambio de estado civil. Así suena aséptico, desapasionado, formal, a trámite burocrático. Pero la realidad fue bien distinta. Sobre decir que la tensión interna según se acercaba la feliz fecha, 18 de octubre de 2008 de nuestra era, me exime de haber actualizado el blog con la parsimonia, templanza y ociosidad que se requieren para tal fin, vive Dios. No creo que le descubra la pólvora a quien haya decidido hacer lo mismo o quien lo tenga en mente. Nervios, muchos nervios. Pero luego piensas que estás con la gente que quieres y que te quiere, así que si se hubiese dado la fatalidad de, supongamos, haberme calzado una soberana hostia subiendo los escalones del salón de actos donde tuvo lugar el feliz acontecimiento, la gente que no hubiera acudido presta a socorrerme, por lo menos se hubiese reido en voz baja. No se dio el caso y no le pude pedir más al día. De verdad. Ahora, dos meses después, como Frodo, soy portador del anillo. Por otra parte, ni un anillo ni un papel creo que vayan a cambiarme, a cambiarnos, pero creo hablar también por la otra parte contratante si digo que aun con toda la planificación anterior, repetiría en plan día de la marmota con gusto.
Un mes de vacaciones da para mucho. Sí, has leido bien, un mes. Si poder juntar los 15 días de permiso por boda con 2 semanitas de vacaciones no es aliciente suficiente para aquél o aquélla que se lo esté pensando, que baje Dios o el pertinente concejal y lo vea. Y si a uno le va el rollo cínico, que ponga la excusa de la boda para celebrar la luna de miel en la ciudad que nunca duerme, la gran manzana, la Ciudad, así con mayúscula; la jodida capital del mundo, Nueva York, con tiempo suficiente para que a la vuelta a uno le cueste horrores definir la cantidad de sensaciones que puede levantar en el ánimo el enorme plató de cine y televisión que parece desplegarse a cada paso, el ubicarse uno en el mundo a través de rincones mil veces vistos, imaginados, muchos desconocidos, y que pasan a formar parte del mapa interior en el que no nos importaría perdernos durante siglos. Y más aún con algo que nos es tan ajeno en origen como Halloween. Y de la fascinación por lo urbano en su expresión máxima al encanto de la decadencia veneciana, con sus canales, sus calles imposibles, sus vaporettos, sus gondolieri a la caza del turista, sus palacios renacentistas asomados al Gran Canal, y las notas de Turandot perdiéndose desde una minúscula plaza. Una decadencia a todas luces cautivadora. Y para rematar con falso cinismo la retahila de excusas, la capital lombarda, Milán, capital de la moda y del martini (rosso, of course). Blitzkrieg cultural davinciano al abrigo de iglesias, galerías, museos y pinacotecas, y afuera, la lluvia.
Los caminos de la administración son inescrutables. The long way home tras paréntesis de dos años en la Villa y Corte; volviendo a la fabulesca comparación hobbítica, ya me temía yo que para terminar el viaje, sustituyendo el Monte del Destino (vale, lo he tenido que buscar en google) por una VPO, había que pedir copias, certificados y declaraciones para alfombrarte con papeles la Gran Vía -más aún cuando la figura del solicitante cambia de estado civil-.
Christmas time is here again. Cuando lo cantaban mis divinizados Beatles, no creo que conociesen lo que es meterse por Preciados o la Plaza Mayor a una semana de Navidad. "Seguro que mañana no habrá tanta gente". La misma inocencia año tras año, si es que uno no aprende...
Y tampoco es que haya que a aprender a socializar de nuevo, en plan Greystoke, pero también quedaban -y quedan- cenas pendientes, celebradas emancipaciones, copas, partidas a la Wii a ocho manos y un largo etcétera al calor de amigos y familiares diversos.
Excusas todas que, al fin y al cabo, justifican la falta de noticias en el blog por un lado, y el haber disfrutado de un año increíble por otro. Espero que el 2009 siga por el mismo camino, que en un año podamos desear todos lo mismo, pues como comentaba al principio mi naturaleza tiende a la pereza, así que de actualizar antes de que acabe el 2008, pocas esperanzas. Es por ello por lo que os deseo a todos que paséis unas navidades de fábula, que el año que viene sea espectacular, y que de una vez por todas se le reconozca a Milagros García su contribución a recuperar la gloria que engrandecía estas tierras en lejanos tiempos imperiales, pues en los telediarios siguen sin hablar de ella.
Cambio de estado civil. Así suena aséptico, desapasionado, formal, a trámite burocrático. Pero la realidad fue bien distinta. Sobre decir que la tensión interna según se acercaba la feliz fecha, 18 de octubre de 2008 de nuestra era, me exime de haber actualizado el blog con la parsimonia, templanza y ociosidad que se requieren para tal fin, vive Dios. No creo que le descubra la pólvora a quien haya decidido hacer lo mismo o quien lo tenga en mente. Nervios, muchos nervios. Pero luego piensas que estás con la gente que quieres y que te quiere, así que si se hubiese dado la fatalidad de, supongamos, haberme calzado una soberana hostia subiendo los escalones del salón de actos donde tuvo lugar el feliz acontecimiento, la gente que no hubiera acudido presta a socorrerme, por lo menos se hubiese reido en voz baja. No se dio el caso y no le pude pedir más al día. De verdad. Ahora, dos meses después, como Frodo, soy portador del anillo. Por otra parte, ni un anillo ni un papel creo que vayan a cambiarme, a cambiarnos, pero creo hablar también por la otra parte contratante si digo que aun con toda la planificación anterior, repetiría en plan día de la marmota con gusto.
Un mes de vacaciones da para mucho. Sí, has leido bien, un mes. Si poder juntar los 15 días de permiso por boda con 2 semanitas de vacaciones no es aliciente suficiente para aquél o aquélla que se lo esté pensando, que baje Dios o el pertinente concejal y lo vea. Y si a uno le va el rollo cínico, que ponga la excusa de la boda para celebrar la luna de miel en la ciudad que nunca duerme, la gran manzana, la Ciudad, así con mayúscula; la jodida capital del mundo, Nueva York, con tiempo suficiente para que a la vuelta a uno le cueste horrores definir la cantidad de sensaciones que puede levantar en el ánimo el enorme plató de cine y televisión que parece desplegarse a cada paso, el ubicarse uno en el mundo a través de rincones mil veces vistos, imaginados, muchos desconocidos, y que pasan a formar parte del mapa interior en el que no nos importaría perdernos durante siglos. Y más aún con algo que nos es tan ajeno en origen como Halloween. Y de la fascinación por lo urbano en su expresión máxima al encanto de la decadencia veneciana, con sus canales, sus calles imposibles, sus vaporettos, sus gondolieri a la caza del turista, sus palacios renacentistas asomados al Gran Canal, y las notas de Turandot perdiéndose desde una minúscula plaza. Una decadencia a todas luces cautivadora. Y para rematar con falso cinismo la retahila de excusas, la capital lombarda, Milán, capital de la moda y del martini (rosso, of course). Blitzkrieg cultural davinciano al abrigo de iglesias, galerías, museos y pinacotecas, y afuera, la lluvia.
Los caminos de la administración son inescrutables. The long way home tras paréntesis de dos años en la Villa y Corte; volviendo a la fabulesca comparación hobbítica, ya me temía yo que para terminar el viaje, sustituyendo el Monte del Destino (vale, lo he tenido que buscar en google) por una VPO, había que pedir copias, certificados y declaraciones para alfombrarte con papeles la Gran Vía -más aún cuando la figura del solicitante cambia de estado civil-.
Christmas time is here again. Cuando lo cantaban mis divinizados Beatles, no creo que conociesen lo que es meterse por Preciados o la Plaza Mayor a una semana de Navidad. "Seguro que mañana no habrá tanta gente". La misma inocencia año tras año, si es que uno no aprende...
Y tampoco es que haya que a aprender a socializar de nuevo, en plan Greystoke, pero también quedaban -y quedan- cenas pendientes, celebradas emancipaciones, copas, partidas a la Wii a ocho manos y un largo etcétera al calor de amigos y familiares diversos.
Excusas todas que, al fin y al cabo, justifican la falta de noticias en el blog por un lado, y el haber disfrutado de un año increíble por otro. Espero que el 2009 siga por el mismo camino, que en un año podamos desear todos lo mismo, pues como comentaba al principio mi naturaleza tiende a la pereza, así que de actualizar antes de que acabe el 2008, pocas esperanzas. Es por ello por lo que os deseo a todos que paséis unas navidades de fábula, que el año que viene sea espectacular, y que de una vez por todas se le reconozca a Milagros García su contribución a recuperar la gloria que engrandecía estas tierras en lejanos tiempos imperiales, pues en los telediarios siguen sin hablar de ella.