13 abril 2009

Tonight: Franz Ferdinand

Allá por 2004, un buen día que terminé pronto de comer y me daba tiempo para tomarme un cafecito antes de irme a trabajar, me planté frente a la tele y zapeando distraídamente llegaron los primeros compases de una canción, de unos tales Franz Ferdinand, en el canal 40TV. Si no cambié de cadena como huyendo de la peste -cosa habitual desde que Fernán Disco dejó de abanderar el invento- fue porque "Take me out", la canción que sonaba, me pareció bastante interesante, hecho que confirma la teoría de que del estiércol pueden nacer flores. Me quedé con el nombre del grupo, y tras "Take me out" vino el álbum ("Franz Ferdinand" -no se estrujaron las meninges a la hora de buscarle un nombre-), que acompañó en el ipod tantos viajes en tren que llegaba a identificar canciones con estaciones de cercanías.
Al ser el álbum debut no había más que rascar, así que recibí con alegría la publicación del segundo disco, "You could have it so much better". La pregunta era de esperar, "¿Será igual de bueno como el primero?" Las 13 canciones de escándalo demostraban que sí.
Bastante tiempo después, con los discos ya quemaditos se anuncia un tercer trabajo, "Tonight: Franz Ferdinand", y ante la incertidumbre que se plantea ("¿Seguirá la tónica de los discos anteriores?"), uno se encuentra un discazo a la altura de las elevadas expectativas. El mayor logro que creo se le puede atribuir al grupo es el no haber planeado madurar musicalmente. "Hacemos canciones para hacer bailar a las chicas", han dicho más de una vez, independientemente del disco que promocionasen. Y si eso es lo que interesa -que lo hace, y mucho, independientemente del género-, resulta lógico que no hayan renunciado a hacer canciones pegadizas, que duran lo justo y que proclaman soflamas hedonistas en lugar de buscar un intimismo que no casa con la imagen gamberrilla y chulesca -que no pretenciosa- de la que hacen gala.

Ya sólo faltaba verlos en directo, y aquí la pregunta era distinta; "¿serán tan mediocres como demuestran algunos comentarios sobre conciertos anteriores?" No estoy de acuerdo. El 3 de abril, con el Palacio de los Deportes de la CAM albergando la mayor concentración de Converse All Star del planeta, la cosa comenzó con dos teloneros, Kissogram (habrá que seguirles la pista) y Mando Diao (vendidos como la última esperanza del rock, me parecieron demasiado pretenciosos y mediocres), con los que las hordas de fuencarraleros modernuquis enloquecieron. Con Franz Ferdinand la cosa se generalizó, y pese a que la acústica del Palacio de los Deportes no es perfecta, sonaron francamente bien canciones de los 3 discos. A pie de pista, el delirio llegó con temas como el ya mencionado "Take me out", "The fallen", "Ulysses", "40'", "Do you want to", "No you girls" o "Outsiders" (con un solo de batería ¡a ocho manos!). Sudor, luces de colorines y a saltar para no ser aplastado por la marea humana que coreaba(mos), cantaba(mos) y bailaba(mos) las canciones. Pese a la pose desapasionada y canalla del grupo se supieron ganar al público, básicamente porque el concierto llegó a la hora y media, algo que es de agradecer, porque con canciones que a algunos les parecerán demasiado cortas, uno se temía un concierto que no pasase de los cuarenta y cinco minutos.


Quizá sea esta cuestión de tiempo la que hace que exista quien criticaba esa supuesta mediocridad de la banda en directo. No hay que olvidar que en las gira de los últimos años no fueron pocos los festivales en los que actuaron - Rock in Rio, Espacio Movistar, Viña del Mar, Hydro Connect Festival, Reading Festival... - y en los que van a actuar próximamente -se confirman como cabeza de cartel del FIB 2009-. El caso es que cuestiones de programación (y/o de saturación) hacen que un concierto en un festival sea más bien cortito y no dure lo mismo que uno convencional. Aún así, supongo que para Benicàssim serán un imán para todo aquél palmero de la modernez y para quien se lo quiera pasar bien etiquetas aparte. Para volver a verlos solitos supongo que habrá que esperar a que saquen nuevo disco, a no ser que tomen ejemplo de AC/DC, que repiten, tras el que dieron un día antes del de Franz Ferdinand en el mismo Palacio de los Deportes, el 5 de junio vuelven a Madrid, esta vez al Vicente Calderón (el día 6, día 1 del año 1 d. AC/DC podré decir que yo también estuve allí, pero eso es ya otra historia...)

28 marzo 2009

Águila Roja / Tordo Rojo

Ah..., cuán rico y próspero resultó, culturalmente hablando, el Siglo de Oro español. Cervantes, Góngora, Calderón de la Barca, Quevedo, Lope de Vega, Tirso de Molina... Corría el siglo XVII y, aún al abrigo de los Austrias, un Felipe IV y su válido el Conde Duque de Olivares, España vivía un revolución cultural y convulsos cambios a nivel interno, mientras un héroe enmascarado desfacía entuertos y afrentas en los arrabales de la Villa y Corte. Su enigmático nombre: Águila Roja.

Las promos que TVE emitió hace unos meses de esta serie avanzaban las aventuras de un justiciero mitad ninja, mitad protagonista del videojuego "Assessin's creed", todo ello en un castizo siglo XVII. Ya por entonces la cosa sonaba ridícula y estrambótica hasta decir basta, por lo que echarle un vistazo a la serie era obligatorio.
Para empezar, decir que las inexactitudes historicas del "producto" son de juzgado de guardia. Niños de clase humilde con gafas, escribiendo en cuadernos (en vez de hacerlo en tablillas de cera), un lenguaje propio de la tasca de los Serrano (con perlas como "te va a caer la del pulpo"), encorsetados vestidos femeninos que hacen imposible mirar a la cara a una dama (al quedarle esta oculta tras sus pechos), dentaduras perfectas, ausencia de personajes de edad avanzada, secretas sociedades con aviesas intenciones ligadas al poder establecido, convivencia total entre los extremos de las clases sociales y un etcétera que crece según avanza la serie.
Bueno, aunque la producción sea mala a lo mejor la realización es decente. Pues tampoco. Si técnicamente existe un detalle que hace que las series yanquis estén a años luz de las españolas es precísamente la iluminación, Sin utilizarse de forma criminal, el "producto" adolece de esa falta de naturalidad en el empleo de la luz ta propia de la factoría Telecinco (no hay que olvidar que detrás de la serie está Globomedia y Daniel Écija) ¿Por qué esa necesidad de iluminarlo todo, de que no haya sombras, ni penumbra, de que parezca lo mismo una escena costumbrista del siglo XVII, el salón de la casa del doctor Nacho, Nachete, Martín, o la sala de mandos del Enterprise? Y no hay que olvidar que esa utilización de la luz podría suponer un obstáculo para un héroe justiciero que ha de ocultarse en las sombras. ¿Solución? Hagámosle aparecer, por arte de birlibirloque, en plan Spiderman, cayendo de las alturas, para regresar a las mismas, una vez repuesta la honra, escalando con una pericia que ni las salamandras. ¡Viva! Otro problema derivado del uso semi-abrasivo de la luz es que la abundante presencia del cartón piedra en la serie cante demasiado (algunos decorados no valdrían ni para el Cortylandia).
Otra cuestión que cojea más que el doctor House es el sonido. En una de las escenas del primer episodio de la serie quedó patente asimismo la escasa pericia del responsable del montaje de sonido, esa categoría premiada en los Oscars y que tantas veces se confunde con la del sonido a secas. Espero, de paso, que el ejemplo ofrezca luz al asunto: Francis Lorenzo (el grande), comisario (que no alguacil de la corte, nuevo despropósito de documentación) se dirige a un grupúsculo de señores encapuchados (vestidos con trajes de Caperucita Roja -color que enlaza con el título de la producción- tamaño XXL), cerebros de una sociedad secreta. Suponemos que los actores que interpretan a estos personajes o bien tienen la voz aflautada o bien un acento regional de órdago, porque están doblados, con un registro de voz más grave y profundo. Ahora bien, el responsable del montaje de sonido se olvidó de acoplar el doblaje al sonido ambiente, por lo que cada vez que Francis Lorenzo (el grande) entra en la críptica sede del contubernio e interpela a los enigmáticos encapuchados, estos responden del mismo modo que los patos al graznar, ni tienen eco, ni se escucha el crepitar del fuego de fondo al mismo nivel, ni se percibe la direccionalidad de los micrófonos, cosa que sí ocurre con el personaje del comisario (el grande) en la misma escena. Así que una de dos, o el responsable del montaje de sonido es un incompetente de cojones o desde un principio se han querido dar connotaciones ultraterrestres a los encapuchados conspiradores (y siendo la serie como es, no estaría seguro de cuál es la opción correcta).
El equipo actoral sobre el que se sustenta la serie sea quizá lo mejor. Aún así, a quién le importa que lo compongan David Jenner (Compañeros, Los hombres de Paco), Myriam Gallego (Periodistas, Hospital Central), Erika Sanz (Un paso adelante, Mis adorables vecinos), Javier Gutiérrez (sin duda el peor actor que ha dado el cine español, mundial, sonoro y en color) o un niño que salía en Yo soy Bea. Si por algo la serie es lo que es y llamó mi atención es por contar con Francis "Tio Julito" Lorenzo (el grande). Miembro de la triada maldita (gracias a Efecto F), junto a Máximo Pradera (Maldita la hora) y Pepe Navarro (La sonrisa del pelícano), cuyos futuros profesionales hundió Antena 3 al ponerles a hacer la competencia a Crónicas Marcianas a finales de los 90, este actor es el único que parece tomarse, si no con humor, directamente a cachondeo la serie que nos ocupa. Este punto lo refuerzan declaraciones como "Soy capaz de interpretar cualquier personaje, me encantaría alguien de Los Soprano, por ejemplo" (20 Minutos) o "A veces, cuando me fijo en mi personaje -el comisario de A.R. (no confundir con Ana Rosa)-, me doy miedo a mí mismo" (Supertele), que hacen que Francis Lorenzo (el grande) ponga su talento en la serie que nos ocupa pese a sus limitaciones (las de la serie, vive Dios).
Quizá sea este personaje el responsable de que la serie sume una media de 5 millones de espectadores por capítulo y un 26% de share, cifras nada desdeñables reservadas a grandes eventos deportivos o pelotazos bendecidos por la audiencia. Con el éxito de que goza Aguila Roja, sus responsables ya han admitido que las inexactitudes de la serie -sobre todo en lo que respecta al lenguaje- se deben a una revisión de la época retratada que hace más accesible el argumento de cara al público indocto, ávido de aventuras mil. En la presentación de la serie se llegó a comentar que ya era hora de tener un héroe al estilo de El Zorro en su versión más cañí (¿nadie conocía La máscara negra, aquélla mítica serie protagonizada por Sancho Gracia que bebía directamente del mencionado justiciero y lo mezclaba con ciertos aires de su predecesora, Curro Jiménez?).
Visto todo esto, no es de extrañar que en un futuro próximo tengamos una segunda temporada de la mejor serie de Europa, esperemos que con unos niveles de calidad, tanto documental (no sea que al final el protagonista de la serie se desplace en un batmovil), como técnica (porque terminarán colando en las escenas de acción el consabido efecto Matrix, y si no, al tiempo), que no den pie a cambiar de especie ornitológica para que la serie no termine siendo conocida como "Tordo rojo", un nombre que en algunos aspectos de lo que llevamos visto de la serie, le viene que ni pintado.

04 febrero 2009

Los fantasmas del Goya

Los Goya. La fiesta del cine español. Un cine español en crisis, en una terrible crisis que si el aborregado espectador que prefiere el vacuo cine yanqui en lugar del patrio no lo evita, desaparecerá para siempre. Vamos, la misma milonga de siempre.
En estos desacelerados tiempos, la gala, la gran gala del cine -español-, viene a enseñarnos lo que es una crisis. Y lo hace bien: un espectáculo soporífero, lento, mal estructurado, sin ritmo, con un guión malo y vulgar hasta decir basta, con una "maestra de ceremonias" sin gracia, sin naturalidad... Excepcional trabajo el de la organización de los Goya. ¿No os creéis lo de la crisis? Pues tomad crisis; de ideas, de imaginación, de talentos, de espectáculo, de identidad... Creo precísamente que esta cuestión de identidad es uno de los principales problemas del cotarro goyesco. Y es que los Goya no son los Oscars. Repetimos: los Goya no son los Oscars. Lo sabemos tú, yo y varios millones de personas. Pero en la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas (así, con mayúsculas iniciales) no parece que se quieran dar cuenta. Buscan pero no encuentran, verbigracia:
- Emitir la gala por TVE con un desfase de media hora con respecto a lo que sucede en el Palacio de Congresos, como se hace en los Oscar. ¿El motivo? La organización se justifica argumentando que así la ceremonia no se hace tan larga. Joder, si lo que nos enseñaron era la versión "corta" me imagino que los invitados envidiarían a los muertos. Como censura previa tampoco me cuadra, ¿acaso alguien se escandalizaría si a una actriz se le sale (o se saca) una teta o si un supercomprometido actor lanza inflamadas consignas contrarias a la guerra o contra lo que esté de moda criticar? Dejémosles, pobrecitos, no sea que el año que viene el cine español haya desaparecido por las descargas de internet y no tengan excusas para mostrarse tal y como son in the real life.
- Verde que te quiero verde. ¿La alfombra? Pues verde, esto no es como en Hollywood, aquí somos mucho más originales (y ecológicos dirá algún iluminado), nuestra alfombra es verde. Qué tendrá que ver que la gala la patrocine una marca de whisky irlandés que utiliza ese mismo tono como color corporativo... seguro que si le das la vuelta a la alfombra de la ceremonia de los Oscar verás impreso el logotipo de Nestlé. O el de Coca Cola. O el de Levi's. O el de Kitt Katt...
Jesús Franco dedica su Goya honorífico "a las miles de chavalas (pausa, "a las que se ha debido pasar por la piedra" debe pensar la gente que rompe en carcajadas, "viejo verde...") y chavales que están con sus cortometrajes en el bolsillo buscando a alguien que les ayude a hacerlos". Silencio y ovación. Eso, aplaudid ahora, cabrones... y levantaos para homenajear a un tío que ha hecho bodrios como un castillo y que no se avergüenza de ello. Sólo por esa frase merecería el premio (aunque quien sabe si se lo arrancaron de las manos nada más desaparecer tras la cortina, por díscolo y provocador).

- Un guión trabajado y una presentadora divertida, mordaz, original y que caiga bien, en plan Whoopi Goldberg. Pues nada, se echa mano de los premios TP y hebemus Aida. Perdón, Carmen Machi. "Yo no improviso, necesito un guión como Dios manda, si no no hubiera aceptado presentar la ceremonia". Se ve que Dios ese día no estaba para mandar. La regla de oro en televisión es no improvisar nunca, pero con ese guión lo mejor había sido arrancarse a cantar aquello de "No te metas heroina, no te la metas..." ¿Cuánto tiempo se tardó en escribir el guión? ¿Quién lo dió por bueno? La escena bien podría ser la siguiente:
Bar de copas, Huertas. 4.30 de la madrugada. Interior. Atronadora música de fondo. Personaje A, "guionista": "¿Qué hora es?" Personaje B, "amigo del guionista": "Las cuatro y media". Personaje A: "Hostias, he quedado mañana en entregar un guión para los Goya y no he preparado nada, nos tomamos la última y me voy."
Despacho de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas. Interior. Sentado junto a una mesa, un hombre de mediana edad, C, lee en silencio tres folios mecanografiados. Frente a él, el personaje A, "guionista" espera impaciente. Tras unos minutos de tensión, C, "productor de la gala de los Goya" deja los folios en la mesa y mira fijamente a A, "guionista". "Es usted un genio." Fundido a negro.
Para ser justos, hay que decir que hubo momentos en los que no se sabía dónde terminaba el guión y empezaba Carmen Machi, dónde terminaba Carmen Machi y empezaba Aida y dónde terminaba Aida y empezaba el caos absouto. En uno de esos innecesarios guiños a actores sentados en el patio de butacas, la presentadora -no se sabe en qué fase de las anteriores- comenta el parecido de Raúl Arevalo y Sean Penn. "Podías hacer como Sean Penn, que interpreta al congresista Harvey Keytel, que se decidió a salir del armario en Estados Unidos, pero interpretando a Pedro Zerolo." El nombre real del congresista de marras es Harvey Milk, pero ¿a quién le importa, verdad?
- El cine es compromiso. Un señor sin identificar sube a recoger el Goya al mejor diseño de vestuario por la película "El Greco" en nombre de la ganadora, Lala Huete. Protesta enérgicamente contra la piratería y contra las descargas en internet (a falta de fallo en el Tribunal del Juez Dredd, todas las sentencias al respecto no han demostrado que sean ilegales), culpables de que se produzcan menos películas y de que la industria esté de capa caída. Pide a los políticos firmeza, que persigan a quienes se descarguen películas y que hagan posible que todo el peso de la ley caiga sobre ellos. Los datos de portales de descarga por redes P2P demuestran que el porcentaje de películas españolas bajadas por los ladinos iternautas es muy pequeño, similar a los que se desprenden de los resultados en taquilla. Y ahora, la pregunta ¿alguien se ha interesado en bajarse "El Greco"?
En su interesantísimo y animado discurso, la presidenta de la Academia, una Ángeles González-Sinde favorecida por un sensacional peinado, hace otro alegato contra la piratería. Ni Martin Luther King y su "I have a dream" conmueven tanto. Nada más oirlo, y pensando en las consecuencias, el penoso escenario al que queda abocado el sectario gremio, corro raudo para desinstalar el emule y hacer una hoguera en la cocina para arrojar al fuego cuantos cds piratas acumulo en mi hogar. Incluso alguno original alimentó las llamas, pero para mi tranquilidad, ninguno había sido merecedor de un Goya.
Desde el Ministerio de Industria, Miguel Sebastián recomienda consumir productos españoles para capear la crisis. De cine español no habla. Exijo su cese inmediato.
- Más madera. Zombis deambulando por un Palacio de Congresos a oscuras. Si se trata de una metáfora es brillante. Aunque me temo que es un "guiño" a la segunda parte (¿en serio es necesaria?) de la irregular "Rec" con Manuela Velasco haciendo de Manuela Velasco. Qué espectáculo, por Dios bendito.
Y hubo más, mucho más, que hizo de esta gala la gran fiesta del cine español y el peor guateque de los espectadores. Por mucho que intentasen salvar los muebles los de "Muchachada Nui" -o te gustan (mi caso) o les odias-, el colegueo de El Langui o la integridad de Jesús Franco, uno piensa que lo mismo José Corbacho el año anterior no lo hizo tan mal... Menos mal que en menos de una semana la Academia Británica de Cine y Televisión entrega los BAFTA y aunque sea en brevísimos resúmenes podremos tener una referencia de lo que es una gala como Dios manda, como los guiones de los que hablaba Carmen Machi. Y en marzo, los Oscars. No intentéis comparar y ya sabéis, ved más cine español, que es triste de pedir pero es más triste de robar.
PD. Que sí, enhorabuena a los premiados y a los que no lo consiguieron... tengo un coleguita que por un módico precio os consigue uno...

31 enero 2009

El yin y el yan

El principio y el fin, el agua y el fuego, el blanco y el negro, Gonzalo Miró y Albert Einstein. Como ejemplificación de este antagonismo también podríamos incluir tele norteamericana y tele italiana.
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo Emilio Aragón -ahora respetable director del Grupo Árbol, de Globomedia y de La Sexta, por entonces Milikito- se fue a los USA para "tomar ideas" de la tele que se hacía allí con el objetivo de ponerlas en marcha aquí. Vips Noche o el look de esmóquin y zapatillas son ejemplos del resultado. Por lo visto quién más tarde se convertiría en el Doctor Nacho, Nachete Martín, se tiró una semana enterita sin salir de la habitación del hotel en que se alojaba en el país del Whopper tomando nota de todo lo que echaba la caja tonta. El resultado de vuelta a España gozó de cierto éxito y convirtió a Emilio Aragón en un gurú televisivo como pocas veces se había visto en estas tierras. También cabe decir que a la par que se daba esta revolución guay, Telecinco comenzaba a asentarse como modelo de televisión dadá, no olvidemos que el universo berlusconiano parió cosas como las Mama Chicho, Las noches de tal y tal, La quinta marcha o Contacto con tacto.
El yin y el yan. El breve periodo de tiempo entre viaje y viaje, entre Estados Unidos, e Italia le hace a uno darse cuenta de diferencias abismales e irreconciliables entre el nuevo y el viejo mundo, televisivamente hablando, of course, por lo menos en la franja del prime time norteamericano y transalpino disfrutado de vuelta al respectivo hotel.
El yin. No hablaré de la cantidad de canales porque aquí también los tenemos gracias a la TDT. El contenido, lógicamente, es otro cantrar. Cada cadena tiene su propio late night show, y los que no son buenos son brillantes. David Letterman, Jay Leno o el genial Jimmy Kimmel (en la foto, un tío que ha sido capaz de hacer esto y esto otro) le dan mil vueltas al mejor Buenafuente, a mi entender el mejor ejemplo de este tipo de programas trasladado al ruedo ibérico.

La calidad de la gran mayoría de series tampoco es cuestionable, gracias al DVD, a la emisión por canales de aquí -los de pago, La Sexta y Cuatro principalmente- y a internet, uno puede descubrir producciones a las que cuesta no engancharse.
Incluso de la publicidad podríamos aprender, concisa, con un público objetivo bien definido, sugerente, nada estridente, limpia.
El yan. Creo que la mejor manera de describir las impresiones sobre la televisión italiana -con la RAI y Mediaset como buques insignia- sería decir que se quedó estancada en la época colorista y hortera que tuvimos aquí con los Jesús Gil, Loreto Valverde, Xuxa o Agustín Bravo. A fin de cuentas, il capo del bussiness allá en el Telecinco de los 90 es el mismo que parece haber creado un libro de estilo para la tele italiana de ahora, il Cavagliere. Da igual zapear, el percal es similar en todas las cadenas.
Hablemos del prime time. Raffaella Carrà, eterna Carrà, presenta un "programa de variedades" (lo rancio de la expresión le viene al pelo), mezcla de Sorpresa sorpresa y Noche de fiesta aderezado con un ballet de efebos en calzoncillos que si ya de por sí no provocan grima, amenizan los impass del programas con coreografías y canciones que alcanzan indescriptibles cotas de vergüenza ajena (recuerdo una en particular, "Siamo bellisimi", que a más de uno le hará decir que no tienen abuela los muchachos; en caso de que la tengan no creo que se sientan orgullosas las pobres).

Momento late night: El show de Maurizio Costanzo (en la foto, suponemos que entrevistando al hombre que ostenta las patillas más pobladas del país). No he visto cosa tan rancia y apolillada como este programa. Plántense unas sillas en el escenario de un teatro -algo ya visto en Telecinco, recordad "Hablando se entiende la gente/basca" (leído de un tirón parece un primer paso para un proceso de paz). Complete el aforo con tres autocares de jubilados y preséntese por un señor bajito, con bigote y gafas colgadas de la punta de la nariz, muy mayor y con tirantes. Se alza el telón, musiquilla otoñal, aplausos y Maurizio lee unos folios. ¿Monólogo humorístico? No, monólogo soporífero, trascendental sobre su programa, los invitados, el debate... El programa, de entrevistas a personajes igualmente caducos y otoñales, en un momento retrocede en el tiempo 10 años para mostrarnos el antes y el después de una entrevista a un señor que vuelve a estar allí una década más tarde. El paso de los años se nota en el entrevistado, más mayor, con arrugas, medio calvo... en el presentador también se nota pero a la inversa, 10 años antes también parece más mayor. En definitiva, un programa naftalínico y gagá hasta decir basta. "De referencia en Italia" leo en alguna web. Pues eso.
¿Las series? El peor episodio de El comisario o Rex, la serie esa del perro policía (ojito con la tele alemana, por cierto) son jodidas obras de arte en comparación.
¿La publicidad? Colorista, estridente, con actores que hacen creíbles los testimonios del Cillit Bang.
En fin, en comparación la tele de aquí parece algo... jamás diría digno... la hace menos mala. Se que fuera de contexto esta reflexión no tendría razón de ser, jamás la afirmaría, pero es que recordando la caleidoscópica orgía febril de luz, color, silicona y caspa de la tele berlusconiana, uno juzga con mejor criterio, que no hemos alcanzado aún una dimensión que ni en las pesadillas de El Bosco. Aunque al tiempo...

Nota. No estoy seguro de la última afirmación. "¿Es cierto que te gustaría ver a tu prima desnuda rodeada de mandriles sobreexcitados disfrazados de árbitros de fútbol americano mientras una orquesta compuesta por mariachis y acordeonistas interpretan las obras completas de Chopin en un anfiteatro romano una soleada tarde de abril?" "No". "Eso es... MENTIRA".