Allá por 2004, un buen día que terminé pronto de comer y me daba tiempo para tomarme un cafecito antes de irme a trabajar, me planté frente a la tele y zapeando distraídamente llegaron los primeros compases de una canción, de unos tales Franz Ferdinand, en el canal 40TV. Si no cambié de cadena como huyendo de la peste -cosa habitual desde que Fernán Disco dejó de abanderar el invento- fue porque "Take me out", la canción que sonaba, me pareció bastante interesante, hecho que confirma la teoría de que del estiércol pueden nacer flores. Me quedé con el nombre del grupo, y tras "Take me out" vino el álbum ("Franz Ferdinand" -no se estrujaron las meninges a la hora de buscarle un nombre-), que acompañó en el ipod tantos viajes en tren que llegaba a identificar canciones con estaciones de cercanías.
Al ser el álbum debut no había más que rascar, así que recibí con alegría la publicación del segundo disco, "You could have it so much better". La pregunta era de esperar, "¿Será igual de bueno como el primero?" Las 13 canciones de escándalo demostraban que sí.
Bastante tiempo después, con los discos ya quemaditos se anuncia un tercer trabajo, "Tonight: Franz Ferdinand", y ante la incertidumbre que se plantea ("¿Seguirá la tónica de los discos anteriores?"), uno se encuentra un discazo a la altura de las elevadas expectativas. El mayor logro que creo se le puede atribuir al grupo es el no haber planeado madurar musicalmente. "Hacemos canciones para hacer bailar a las chicas", han dicho más de una vez, independientemente del disco que promocionasen. Y si eso es lo que interesa -que lo hace, y mucho, independientemente del género-, resulta lógico que no hayan renunciado a hacer canciones pegadizas, que duran lo justo y que proclaman soflamas hedonistas en lugar de buscar un intimismo que no casa con la imagen gamberrilla y chulesca -que no pretenciosa- de la que hacen gala.
Al ser el álbum debut no había más que rascar, así que recibí con alegría la publicación del segundo disco, "You could have it so much better". La pregunta era de esperar, "¿Será igual de bueno como el primero?" Las 13 canciones de escándalo demostraban que sí.
Bastante tiempo después, con los discos ya quemaditos se anuncia un tercer trabajo, "Tonight: Franz Ferdinand", y ante la incertidumbre que se plantea ("¿Seguirá la tónica de los discos anteriores?"), uno se encuentra un discazo a la altura de las elevadas expectativas. El mayor logro que creo se le puede atribuir al grupo es el no haber planeado madurar musicalmente. "Hacemos canciones para hacer bailar a las chicas", han dicho más de una vez, independientemente del disco que promocionasen. Y si eso es lo que interesa -que lo hace, y mucho, independientemente del género-, resulta lógico que no hayan renunciado a hacer canciones pegadizas, que duran lo justo y que proclaman soflamas hedonistas en lugar de buscar un intimismo que no casa con la imagen gamberrilla y chulesca -que no pretenciosa- de la que hacen gala.

Ya sólo faltaba verlos en directo, y aquí la pregunta era distinta; "¿serán tan mediocres como demuestran algunos comentarios sobre conciertos anteriores?" No estoy de acuerdo. El 3 de abril, con el Palacio de los Deportes de la CAM albergando la mayor concentración de Converse All Star del planeta, la cosa comenzó con dos teloneros, Kissogram (habrá que seguirles la pista) y Mando Diao (vendidos como la última esperanza del rock, me parecieron demasiado pretenciosos y mediocres), con los que las hordas de fuencarraleros modernuquis enloquecieron. Con Franz Ferdinand la cosa se generalizó, y pese a que la acústica del Palacio de los Deportes no es perfecta, sonaron francamente bien canciones de los 3 discos. A pie de pista, el delirio llegó con temas como el ya mencionado "Take me out", "The fallen", "Ulysses", "40'", "Do you want to", "No you girls" o "Outsiders" (con un solo de batería ¡a ocho manos!). Sudor, luces de colorines y a saltar para no ser aplastado por la marea humana que coreaba(mos), cantaba(mos) y bailaba(mos) las canciones. Pese a la pose desapasionada y canalla del grupo se supieron ganar al público, básicamente porque el concierto llegó a la hora y media, algo que es de agradecer, porque con canciones que a algunos les parecerán demasiado cortas, uno se temía un concierto que no pasase de los cuarenta y cinco minutos.
Quizá sea esta cuestión de tiempo la que hace que exista quien criticaba esa supuesta mediocridad de la banda en directo. No hay que olvidar que en las gira de los últimos años no fueron pocos los festivales en los que actuaron - Rock in Rio, Espacio Movistar, Viña del Mar, Hydro Connect Festival, Reading Festival... - y en los que van a actuar próximamente -se confirman como cabeza de cartel del FIB 2009-. El caso es que cuestiones de programación (y/o de saturación) hacen que un concierto en un festival sea más bien cortito y no dure lo mismo que uno convencional. Aún así, supongo que para Benicàssim serán un imán para todo aquél palmero de la modernez y para quien se lo quiera pasar bien etiquetas aparte. Para volver a verlos solitos supongo que habrá que esperar a que saquen nuevo disco, a no ser que tomen ejemplo de AC/DC, que repiten, tras el que dieron un día antes del de Franz Ferdinand en el mismo Palacio de los Deportes, el 5 de junio vuelven a Madrid, esta vez al Vicente Calderón (el día 6, día 1 del año 1 d. AC/DC podré decir que yo también estuve allí, pero eso es ya otra historia...)